miércoles, 17 de abril de 2013

Silencio (Mechi Palavecino)



Estancia Santa María de la Armonía, Cobo, Buenos Aires




 

El silencio es capaz de abrir un espacio interior en lo más íntimo de nosotros mismos
para que allí habite Dios” (Benedicto XVI)



Esto me llevó a reflexionar sobre el silencio, ¿qué es? ¿Es ausencia pura? ¿o acaso está cargado de una presencia que no percibimos? El silencio me recuerda a la oscuridad, y no al vacío, por eso creo que no es ausencia sino más bien presencia. Presencia de una verdad latente que no puede ser encerrada en los límites de la palabra. Es una presencia que no vemos, como en la oscuridad, hasta que por la luz alcanzamos a distinguir lo que allí estaba. Tenemos que dejar que hable el silencio, porque en él puede manifestarse la verdad.
En un mundo como el de hoy, en el que abunda el ruido y la utilidad, no encontramos este espacio de silencio para contemplar. Nos movemos con lo inmediato, y olvidamos la profundidad de lo real que pide nuestra presencia para percibirlo.
Por el otro lado, creo que es en el silencio donde surge la obra de arte. Cuando el hombre calla interiormente esas palabras que buscan encerrarlo todo en un determinado sentido, puede dejar surgir esa interioridad que habla en el silencio. Es ahí donde percibe lo profundo, donde la oscuridad empieza a iluminarse y la realidad empieza a relucir en toda su belleza.
Lo bello de lo real se manifiesta en nuestro interior cuando hacemos silencio interior a las preguntas de por qué el mal, por qué este modo de darse en las cosas, por qué el día como lo vivimos hoy y así entramos en contacto con lo que subyace en todo eso. Sólo así podremos responder a lo que nos inquieta y moviliza de la realidad.
Y esta verdad no la podemos callar y así llegamos a la obra de arte, que expresa lo que excede al lenguaje cotidiano. Y lo hace por medio del color, la forma, el sonido, la poesía y la palabra, la expresión corporal.
Siguiendo en parte a Croce, la obra de arte se da en el interior del artista, que luego lo expresa. Pero también puede darse en el interior del receptor de la obra. Y, aun así, sigue siendo siempre expresión.
Cuando nos ponemos ante una obra de arte, nosotros también necesitamos hacer silencio. Olvidarnos de que las posibles categorías en las que comprendemos, y dejar que la obra hable en nuestro interior. Hemos de hacer silencio para que se manifieste la belleza de la verdad.


Mechi Palavecino

4 comentarios:

  1. ¡Qué bueno Mechi volverte a leer!
    Me gusto mucho esa imagen de la "presencia que se esconde en el silencio" (sugiere la idea que en último análisis uno nunca esta solo...) y cómo el silencio es condición para la creación, en definitva, para el despliegue de la libertad.
    La imagen ilustra muy bien esa soledad poblada a la que nos invita el silencio. Hace honor al nombre de la Estancia.

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  2. Hola Mechi, me queda picando un pregunta: ¿cómo lograr en armonía de estancia ese silencio interior que necesitamos para contemplar las obras del nuevo arte tecnológico, a veces lleno de ruido, colores, movimiento, y bombardeos continuos? Pienso que tal vez el silencio tenga que venir "post festum" o sea una vez terminada la película o el recital, pero seguramente haya un camino más esforzado de lograr silencio EN Y DURANTE el ruido.¿Se podrá?

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  3. Muy bueno Mechi.

    Estuve leyendo un librito de Komar que se llama "El silencio en el mundo" Hay una parte donde dice "Sólo el silencio podría devolver al sonido su poder, los que tienen necesidad de la música, exigen silencio" que es una frase del músico Gianandrea Gavazzeni.

    Está muy en linea con tu reflexión.

    Me quedé pensando en el silencio del artista, un silencio necesario que engendra.

    José Manuel.

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  4. Que lindo final Mechi.
    Me encantó la ternura con la que intentas hablar del silencio. Se te notaba en paz. Es como que me pienso hablando del silencio y me sentiría desesperada por descubrirlo. Para mi silencio es angustia o palabras internas, no tanto paz, sino quilombo en mi cabeza. Que se yo...
    Muy lindoooo

    Beso

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